90 ANIVERSARIO DE LA II REPÚBLICA. NADA QUE CELEBRAR

90 ANIVERSARIO DE LA II REPÚBLICA. NADA QUE CELEBRAR

  • Posted by Qveremos
  • On 14th abril 2021
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Este 14 de abril se cumplen 90 años de la proclamación de la II República Española. En las elecciones celebradas dos días antes, los partidos monárquicos obtuvieron mayor número total de votos, pero las fuerzas republicanas triunfaron en los principales núcleos urbanos del país. Los partidarios de la República se echaron a las calles en las principales ciudades y forzaron a Alfonso XIII a abandonar España esa misma noche.

 

Este segundo periodo republicano de la historia de España apenas duró cinco años. Y estos días comprobamos como diversos movimientos, partidos políticos y personalidades de la izquierda tratan de ensalzar esa etapa animando a celebrar la misma, destacando su carácter democrático y los supuestos avances sociales conseguidos durante esos años. El propio Presidente del Gobierno desde la tribuna del Congreso de los Diputados ha destacado esta misma mañana el “vínculo luminoso con nuestro mejor pasado” en referencia a esa época. Por ello, desde Qveremos nos preguntamos ¿hay realmente algo que celebrar?

 

Basta un simple dato para comprobar que esa supuesta paz social y valores democráticos que algunos nos intentan vender y mitificar dista mucho de la realidad, pues en apenas cinco años y tres meses se declaró en 21 ocasiones el Estado de Prevención (lo que sería nuestro actual Estado de Alarma), en 23 ocasiones el Estado de Alarma (Excepción) y en 18 el Estado de Guerra. El balance es sencillamente aterrador. Tengamos en cuenta que en cuarenta y tres años de etapa democrática actual, bajo la Monarquía Parlamentaria, solamente en dos ocasiones se ha declarado el Estado de Alarma, ambas con presidentes socialistas (crisis de los controladores aéreos y pandemia de coronavirus).

 

En ese lustro (1931 – 1936) se produjeron dos golpes de estado, siendo el más grave de ellos la revolución de Asturias de 1934, para cuyo sofoco el gobierno de la República recurrió a un joven General Franco. La violencia política y los incidentes en las calles fueron constantes y permanentes y más de 2.000 personas fueron asesinadas por motivaciones políticas. A ello hay que sumar las quemas de conventos e iglesias. Por no hablar de las numerosas huelgas generales que paralizaban el país y el tejido empresarial y económico de forma constante.

 

Es evidente que los sucesivos gobiernos republicanos no supieron garantizar la democracia y acabaron gestionando un régimen de media España contra la otra media, sin perjuicio de algunos avances concretos en cuestiones de escolarización, sanidad, voto femenino (frente al que la izquierda radical votó en contra), etc. Todo ello llegó a la espiral de máximo enfrentamiento a partir de la victoria del Frente Popular, con el epitafio del asesinato en las inmediaciones de su casa de la calle Velázquez, por parte de miembros de la Policía y del Gobierno, de D. José Calvo Sotelo, uno de los principales líderes de la oposición, hecho que desembocó de forma irremediable en una lamentable y fratricida guerra civil entre hermanos y compatriotas.

 

Baste recordar las palabras del doctor Gregorio Marañón, que había sido uno de los principales impulsores del advenimiento de la República, denunciando el sectarismo y crueldad del régimen que en su día contribuyó a nacer:

 

“No hay que esforzarse mucho, amigos míos. Escuchen ustedes este argumento: el 88% del profesorado de Madrid, Valencia y Barcelona ha tenido que huir al extranjero, abandonar España, escapar a quien más pueda. ¿Y saben ustedes por qué? Sencillamente porque temían ser asesinados por los rojos, a pesar de que muchos de los intelectuales amenazados eran tenidos por hombres de izquierda. ¿Comprenden ustedes ahora, queridos amigos?

(…)

 

Sólo una cosa importa: que España, Europa y la Humanidad se vean liberados de un régimen sanguinario, de una institución de asesinos de cuyo advenimiento, por un trágico error, nos confesamos culpables”.

 

Por ello, entendemos que para cualquier persona mínimamente moderada y con sentido común, nada hay que celebrar en relación con la II República. Más bien al contrario, es responsabilidad de todos que se conozca su realidad histórica. Frente a ella, nuestra Monarquía Parlamentaria, encarnada en la persona de Felipe VI, representa estabilidad, unidad y concordia por encima de intereses individuales o partidistas. Hoy más que nunca, es necesario defender a la Corona y la importancia capital que ésta tiene para España, pues es la única forma de gobierno que agrupa y acoge a todos los españoles.

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