Qveremos construir una tercera vía
- Posted by Qveremos
- On 2nd diciembre 2016
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- alcalde de Alcorcón, Chesterton, David Pérez, dignidad humana, falta de liderazgo, ideología de género, libertad individual, moral social, multiculturalismo, nacionalismo
En los últimos meses hemos asistido a sucesivas “sorpresas” electorales en América y Europa: los candidatos y los proyectos políticos promovidos por el grueso de los medios de comunicación y por la “inteligentsia” de los distintos países han sufrido severas derrotas. Sin duda es una señal de hartazgo, de crisis social.
La crisis tiene manifestaciones diversas en cada país, pero parece responder a unos parámetros comunes: i) la carencia de identidad social, fruto del abandono del patriotismo y del multiculturalismo; ii) las fallas en el sistema de representación, con políticos poco preparados (y poco honrados intelectual y políticamente), consecuencia lógica de los sistemas de cooptación imperantes; iii) los desgarros producidos por el remplazo de la cosmovisión y moral social judeocristiana por una moralidad individualista de origen escéptico y relativista.
El populismo busca culpables, y genera así un sentimiento de unidad frente al enemigo común y una esperanza de cambio real. Sus recetas, poco definidas y muchas veces contradictorias, carecen de verdadera raíz, y quedan al vaivén de líder de turno, de aquel que es capaz de focalizar la desesperanza de la sociedad en un problema y en un enemigo.
Afortunadamente, hay una tercera vía, aunque todavía en España no está estructurada políticamente: el humanismo cristiano debe responder a la crisis con su verdad sobre el hombre, y con las energías de generosidad y corresponsabilidad que despierta.
CRISIS EN LA PERSONA
La sociedad occidental está sufriendo una crisis que le afecta en tres planos diferentes, presentes en mayor o menor medida en todos los países, y que están conectados entre si.
En primer lugar hay una carencia grave de identidad colectiva:
- Los nacionalismos, que buscan la identidad en la confrontación con aquel que es distinto, han arrastrado en su merecido desprestigio al patriotismo: aquel sentimiento positivo que hace a la persona corresponsable de aquellos que tiene cerca. El sentimiento de pertenencia a un grupo social es una de las premisas indispensables de una sociedad sana. Ser “ciudadano del mundo” tiene visos de escapatoria para aquellos que no quieren estar próximos a su vecino.
- El multiculturalismo, por el que culturas con valores opuestos conviven en un plano de igualdad, ha conducido a que no nos atrevamos a afirmar que los valores fundacionales de las sociedades occidentales deben ser respetados y asumidos por todos aquellos que son acogidos en ellas.
En segundo lugar las carencias del sistema:
- Los políticos están fuertemente desprestigiados: falta de liderazgo, corrupción, incompetencia, ruptura de la separación de poderes… son lugares comunes que minan la confianza de la sociedad en sus líderes.
- ¿Cómo se ha llegado a esta situación? los sistemas han devenido en partitocráticos, desplazando el debate de ideas y la capacidad personal por el cortoplacismo y la fidelidad ciega al líder. Es el caldo de cultivo perfecto para lo políticamente correcto, donde la verdad se ve desplazada por el slogan.
Por último, el proceso de sustitución de la moral cristiana se ha visto prácticamente completado en muchas sociedades occidentales:
- La vida ha perdido su carácter sagrado: el aborto libre, la eutanasia activa, la experimentación con embriones, la eugenesia… apenas se encuentra ya quién los cuestione en el ámbito político.
- No hay reglas para diferenciar aquello que es bueno para la sociedad, de aquello que no lo es: desde los vientres de alquiler a la adopción por parejas homosexuales… todo se aprueba en nombre de la libertad individual, de la autodeterminación del hombre, que ha roto su vínculo con la naturaleza. La implantación de la ideología de género ha tenido grandes aliados en los medios de comunicación y en la redes sociales, hasta convertirse en la verdad oficial. Todo el que se le opone es “fóbico”, irracional y retrógrado. Y así, con meros adjetivos, dan por zanjada la cuestión.
EL FRUTO DEL RELATIVISMO ES EL EXTREMISMO
El relativismo, la ausencia de verdad en el hombre, la sociedad y la política, da lugar a una profunda desazón social. La respuesta no se hace esperar: el extremismo viene a llenar los vacíos dejados por el relativismo. Surgen radicalismos nuevos y viejos: libertarios, comunistas de nuevo cuño, nacionalistas…
En los extremismos casi siempre se puede detectar alguna dosis de verdad –entremezclada en demagogia- que en un momento dado puede resultar atractiva:
- La libertad individual se ve muchas veces amenazada por la intervención socialdemócrata en las vidas y conciencias de las personas. Lo que no es óbice para negar la naturaleza social de la persona y los necesarios límites de la libertad personal, que los denominados “libertarios” parecen desconocer.
- La protección de las personas excluidas económicamente de la sociedad y la necesaria renovación política, no pueden implicar arrojar por la borda un sistema económico liberal que ha llevado a la sociedad a sus mayores niveles de bienestar, ni desmantelar el sistema democrático. Muchas buenas personas se dejan arrastrar por las pretendidas buenas intenciones de partidos de corte totalitario como Podemos.
- Los fuertes flujos migratorios de países musulmanes hacia Alemania, Francia o Reino Unido genera serios problemas de convivencia en estos países. Querer restringir/racionalizar la emigración, así como exigir un mayor respeto a los valores occidentales, no puede derivar en una concepción racista (o meramente egoísta) de las relaciones humanas. Asimismo, querer mejorar la representatividad de las instituciones comunitarias y reformar su funcionamiento, no puede significar abandonar un proyecto de fraternidad europea, fruto de la labor visionaria de los grandes cristianos que fueron Schuman, Adenauer y De Gasperi.
Como decía Chesterton, el cristianismo siempre se ha tenido que enfrentar a los excesos de los maniáticos que hacen de una sola idea su único patrón de decisión, atropellando la verdad a su paso.
POR UNA TERCERA VIA CENTRADA EN LA PERSONA
A día de hoy los conceptos de derecha e izquierda sirven más como arma arrojadiza que como verdadera demarcación de las políticas de los partidos: la libertad económica y la democracia representativa son las dos autovías por las que las sociedades pueden avanzar –y que sin ser valores absolutos- ya, salvo populistas trasnochados de corte marxista, nadie discute.
Los valores fundacionales de ambas son genuinamente cristianos: libertad individual, igual dignidad entre hombres, corresponsabildad social. La aplicación práctica de la democracia y del liberalismo económico está llena de matices, que marcan grandes diferencias, y que pueden dar lugar en muchos casos a su perversión. Pero en esencia no hay un sistema alternativo.
Hay sin embargo un tercer pilar social, del que dependen los otros dos, y que es en el que se centra la verdadera batalla: la moral social. Necesitamos patrones de conducta individual y social. Y para ello necesitamos de verdades sólidas. El relativismo ha minado la moral social hasta convertirla ya sea en libertad individual aislada de los demás y de la naturaleza, en mero utilitarismo, o en un vago concepto de solidaridad.
La cosmovisión judeocristiana –como logro colectivo de la sociedad, y no exclusivo de creyentes- tiene unas características esenciales, como son:
- La sacralidad del hombre, base de su dignidad, que comienza por su vida, como bien que siempre prevalece y que no es disponible.
- Su vinculación a la naturaleza, limite propio de lo humano.
- La libertad individual
- La solidaridad radical entre personas.
En base a estos criterios fundacionales qveremos participar en la regeneración social y política de España.
Nos señalarán. Nos perseguirán, como persiguen a aquellos que se salen del guión de la verdad oficial (tal y como sufre ahora en sus carnes David Pérez, alcalde de Alcorcón).
Pero no tenemos miedo a debatir y a convencer. Y sin caer en las trampas fáciles del populismo, sabemos que acabaremos por ganar este batalla crucial para la humanidad.
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