Qveremos que tu voto importe

  • Posted by Qveremos
  • On 6th febrero 2015
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Existe de una fractura entre la sociedad y sus representantes. Entre los ciudadanos y los políticos. Un distanciamiento que se ha incrementado con la crisis, hasta el punto de hacerse popular el nuevo concepto de “casta política”.

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“Fractura entre la sociedad y sus representantes”. (por P.W. para Qveremos)

 

La ciudadanía percibe que su voz no se escucha. No hay cauces reales para la participación política de la sociedad. El “voto útil” y el “voto del miedo” parecen ser las únicas propuestas que los principales partidos hacen a sus votantes.

Es necesario devolver su protagonismo a los ciudadanos, reformando el funcionamiento interno de los partidos y la ley electoral. Hay que lograr que los partidos vuelvan a ser, como la Constitución prevé, instrumentos fundamentales para la participación política. Solo entonces las propuestas políticas volverán a ser ilusionantes.

¿CÓMO SE HA LLEGADO A ESTA SITUACIÓN?

La Constitución prevé que los partidos sean “instrumento fundamental para la participación política”; enfatizando que “su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.”

Por desgracia la Constitución ha sido burlada. Y lo ha sido por una doble vía:

  1. No hay democracia interna en los partidos

Se ha puesto a la zorra al cuidado del gallinero: Se ha dejado la regulación de los procedimientos democráticos internos a los propios partidos. Las personas en las cúpulas de los mismos se han encargado de hacer irreconocible el mandato constitucional: ni se renuevan ni alternan democráticamente. El resultado de la situación actual es un fracaso patente: no se tolera la discrepancia, no hay debate interno.

Consecuencia directa de lo anterior es la baja calidad de los políticos: Los partidos no son permeables a la entrada de personas nuevas que puedan hacer propuestas para ser debatidas. Por el contrario, los líderes de los partidos suelen elegir como colaboradores a aquellas personas que siempre han trabajado en el partido (y que en muchas ocasiones no han trabajado nunca fuera de él), y cuyas fidelidades políticas conocen. El sistema de selección de líderes políticos es hoy de cooptación, no de elección democrática.

  1. Se ha creado un sistema electoral para el bipartidismo

El régimen electoral no es representativo: Las circunscripciones provinciales hacen la representación de los ciudadanos poco equitativa entre fuerzas políticas. Con el sistema actual, dependiendo del lugar en el que vivas de la geografía española, tu voto vale más o menos, o incluso dependiendo de tus preferencias políticas importa o no importa nada. Pongamos dos ejemplos:

Por un lógico criterio de población en Madrid y Barcelona se eligen 36 y 31 diputados respectivamente, mientras que en Segovia se eligen 3. En Madrid y Barcelona los votantes pueden tener ciertas garantías de que si destinan su voto a un partido que no sea ninguno de los dos principales, este llegará a tener representación, en Segovia es prácticamente imposible. Segovia, como otras muchas provincias, es feudo del bipartidismo.

En las Elecciones Generales de 2011 un total de 777.639 votos no obtuvieron representación política. Si la mitad de esos votos se hubiesen concentrado en las 3 circunscripciones del País Vasco, hubieran sido la quinta fuerza política en el parlamento, con al menos 7 diputados.

Pero, ¿por qué es un problema el bipartidismo? ¿No da estabilidad al sistema? Es cierto que un parlamento concentrado en torno a dos partidos fuertes como el actual da estabilidad. Sin embargo crea problemas más graves:

No hay verdadera “competencia”: Al igual que en el mundo empresarial la competencia beneficia al consumidor, la competencia entre partidos beneficia al votante. Cuando los partidos ven las orejas al lobo, ven que pueden perder su puesto, hacen un esfuerzo mayor por sintonizar con lo que los votantes exigen.

Alimenta opciones radicales: En estos momentos sí hay una verdadera amenaza para el bipartidismo. Pero viene de un partido anti-sistema. Las opciones de regeneración dentro del sistema, que suponen un cortafuego contra la radicalización, han sido ahogadas por el bipartidismo.

Los partidos bisagra son aquellos que tienen fuerte concentración de voto, lo que en España refuerza a los partidos nacionalistas.

No hay que tener miedo a que los partidos tradicionales se vean desbancados por nuevas opciones. Los partidos deben poder nacer y morir con naturalidad. Es parte del siempre necesario proceso de regeneración, vital para un régimen democrático sano.

 

QVEREMOS RECUPERAR LA DEMOCRACIA INTERNA EN LOS PARTIDOS

Obligatoriedad de primarias: los candidatos -de todos los partidos- deben ser elegidos en procesos de primarias. La legislación debe prever los mecanismos de control necesarios para que este derecho resulte efectivo.

Regular la disciplina de voto: La ausencia de debate interno en los partidos se traslada, por el mecanismo de la disciplina de voto, al ámbito de la representación, falseando la libertad de los representantes. Es esencial que en temas de conciencia y en grandes debates políticos exista libertad en el voto.

QVEREMOS QUE TU VOTO IMPORTE

Creemos que el sistema más adecuado y justo para las elecciones nacionales es el de circunscripción nacional, con un sistema proporcional. De esta forma, el número de diputados de cada partido tendría la misma proporción en el parlamento que el porcentaje de votos obtenido en el conjunto de España. Habría un parlamento más fragmentado. Pero permitiría el surgimiento de nuevas opciones políticas que regenerasen el sistema.

Uno de los problemas que se achaca al sistema de circunscripción nacional es que, al tener un parlamento más fragmentado, se dificulta la gobernabilidad. Esta es una dificultad salvable: Hay sistemas que dan solución a situaciones de bloqueo. Algunas opciones posibles serían: i) Establecer la obligatoriedad de elecciones en caso de que en un plazo de tiempo no se pueda formar un gobierno; ii) Establecer un sistema de doble vuelta si ningún partido alcanza un porcentaje mínimo de representación parlamentaria.

Una reforma sencilla sería establecer el sistema de voto transferible: Al igual que en algunos países europeos de nuestro entorno, se puede instaurar el sistema de voto por el que si la primera opción política no obtiene representación, el voto se transfiere a la segunda opción elegida por el votante. Este sistema permite elegir realmente al ciudadano. De esta forma no hay “voto útil” o “voto del miedo” y, al tiempo, se garantiza la gobernabilidad.

Sin duda se puede discutir cuál es el mejor sistema electoral, lo que no cabe ninguna duda es que el actual ha sido cómplice de la degradación que experimenta la democracia española, al bloquear las vías naturales de regeneración del sistema.