¿Qué hacemos con el Senado?

  • Posted by Qveremos
  • On 12th mayo 2015
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Uno de los lugares comunes de nuestra política es que se debe eliminar el Senado “porque no sirve para nada y es caro”. ¿Contribuiría esto a resolver nuestra crisis de representación y la hipertrofia de la Administración Pública? ¿Es esta una buena idea? Creemos que no.

El Senado tiene un importante papel legislativo, y con un correcto diseño competencial sirve precisamente como refuerzo al debate parlamentario y a la representatividad ciudadana. Además, la organización territorial de España en Comunidades Autónomas requiere de una auténtica cámara territorial, que asegure la coordinación entre la legislación competencia del Estado y la de las Autonomías.

El problema es que las funciones de la Cámara no son las correctas, y tampoco la forma de elección de sus miembros. Qveremos reformar el Senado, una institución clave en la vertebración territorial de España.

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“Reformas necesarias en el Senado” por P.W. para Qveremos.

 

Para qué sirve el Senado

El Senado ejerce las funciones típicas de cualquier Parlamento: aprueba las leyes, tramita los Presupuestos Generales del Estado y controla al Gobierno. Si bien es cierto que el Congreso de los Diputados tiene un poder de decisión mayor que el del Senado: i) puede levantar los vetos a las leyes que haya impuesto el Senado, ii) sólo el Congreso de los Diputados puede retirar su confianza al Gobierno. Es lo que se conoce como un bicameralismo imperfecto.

Pero esto no invalida la función del Senado:

  1. Refuerzo a la representatividad:En la inmensa mayoría de los países del mundo existen dos Cámaras legislativas, con el fin principal de que la voz de determinados colectivos o territorios sea escuchada. La segunda cámara evita que el elemento poblacional sea el único criterio de representación.

El unicameralismo sólo existe en países muy pequeños (Israel) o con muy poca densidad de población (Finlandia).

En prácticamente en todos los países con bicameralismo (salvo algún caso aislado, como Italia), el sistema es de “bicameralismo imperfecto”, con el fin de evitar posibles colapsos constitucionales en los que resulte imposible sacar adelante nuevas leyes.

  1. El 95% de las leyes que se aprueban en España han sido modificadas en el Senado, y esas modificaciones han sido después respetadas en el Congreso de los Diputados. El Senado tiene un papel legislativo muy relevante, ya que en él se legisla con más tranquilidad y se pulen los defectos técnicos que en el Congreso de los Diputados, por la prisa y la presión política, no se han podido tratar.
  2. En el Senado también se controla al Gobierno, principalmente en cuestiones que afectan la política territorial.
  3. El Senado tiene un coste relativamente bajo: el Presupuesto del Senado para 2015 asciende a 51 millones de euros, muy por debajo, sólo por poner un ejemplo, de los 340 millones del Senado de Francia. Y esto es así a pesar de que el número de Senadores (más de 250) es indudablemente alto para un país como España (en EEUU hay 102 Senadores para más de 300 millones de habitantes). El Senado trabaja con una Administración pequeña y eficiente.

Cuáles son sus principales problemas

Dicho todo lo anterior, el Senado es susceptible de importantes críticas:

  1. No responde a su carácter de Cámara de representación territorial, como la caracteriza la Constitución. Las causas principales de esta falta de adecuación a la que debería ser su razón de ser derivan de su composición y de sus funciones:
    1. Composición: la base para la elección del Senado es, por mandato constitucional, la provincia, a pesar de que a día de hoy la estructura territorial se articula fundamentalmente en Comunidades Autónomas. Esto se hizo así porque no se sabía a ciencia cierta hasta qué punto iba a desarrollarse el proceso autonómico. El hecho de que las Comunidades Autónomas puedan designar algún Senador no soluciona esta falta de sintonía.
    2. Funciones: el Senado no tiene todas las facultades necesarias para poderla considerar una verdadera Cámara de representación territorial. Sus funciones más relevantes en este ámbito se limitan a la tramitación de determinadas cuestiones relacionadas con los Convenios entre las Comunidades Autónomas y con el Fondo de Compensación Interterritorial. El Senado no tiene una capacidad real y efectiva para influir en la política territorial del Estado.
  2. Los partidos dejan para el Senado o bien a elefantes que están en el final de su carrera o bien a políticos muy jóvenes que ven el Senado como una oportunidad de foguearse antes de pasar a responsabilidades que consideran mayores.

 

Rediseñando el Senado

Qveremos proponer reformas realistas y que doten al Senado del poder efectivo que debe tener, actuando como una verdadera Cámara de representación territorial.

  1. Debe rediseñarse la forma de elección y la composición del Senado. Una posible solución es adoptar un método de elección parecido de los miembros del Bundesrat: cada Comunidad Autónoma designaría entre los miembros de sus Parlamentos, y en función de su población, de uno a tres Senadores. De este modo, tendríamos un Senado más pequeño, y fuertemente ligado al diseño político-territorial de España. Creemos que el hecho de que los senadores no fueran elegidos de forma directa por los ciudadanos, sino de forma indirecta a través de unas elecciones autonómicas, no les resta legitimidad, y en cambio contribuiría a una vinculación real entre los poderes legislativos del Estado y los autonómicos.
  2. Hay que dotar al Senado de funciones que le permitan ejercer su naturaleza de Cámara de representación territorial:
    1. Las iniciativas legislativas con contenido autonómico deberán iniciar su tramitación parlamentaria en el Senado, el cual tendrá el poder último de decisión sobre el contenido de las mismas. Pensemos por ejemplo en cómo se desarrollaría el debate sobre el plan hidrológico en una cámara de representación territorial, los bloques monolíticos de los partidos se romperían, para dar lugar a un debate auténtico en clave territorial.
    2. El Senado actuará como elemento de enlace entre el Gobierno y las Cortes Generales, por un lado, y los Gobiernos y Parlamentos de las Comunidades Autónomas, por otro, a nivel normativo y ejecutivo. El objetivo es asegurar la coherencia entre la legislación que es competencia del Estado y la que es competencia de las Comunidades Autónomas.
    3. Se permitirá a los Grupos Territoriales existentes en el Senado, que puedan agrupar Senadores de distintos Grupos Parlamentarios, y que presenten iniciativas tanto de control como legislativas al mismo nivel que estos últimos.
  3. Recuperar el papel de la Comisión General de las Comunidades Autónomas que existe en el Senado y que tiene un importante número de competencias en materia autonómica. En este punto, el Gobierno debe promover sus reuniones y el constante ejercicio de sus funciones.

Todas estas medidas deben tomarse en el marco de una renovación de la distribución competencial existente entre el Estado y las Comunidades Autónomas, tema sobre el que trataremos más adelante en un artículo monográfico.

La reforma del Senado es un tema lo suficientemente serio y complejo como para pretender solucionarlo mandándolo a otra ciudad, o introduciéndolo confusamente en el marco de un mal entendido federalismo (que ignora que esto podría implicar una recentralización competencial). Lejos de propuestas improvisadas y populistas, qveremos reforzar las instituciones del Estado, garantes de nuestro sistema de libertades, y al que el Senado debe contribuir de forma decisiva.