LA SUTIL Y RESBALADIZA PENDIENTE HACIA LA EUTANASIA

LA SUTIL Y RESBALADIZA PENDIENTE HACIA LA EUTANASIA

  • Posted by Qveremos
  • On 4th mayo 2018
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  • Cuidados Paliativos, eutanasia, Muerte Digna

Por Lourdes Méndez

En Grecia y Roma clásicas, antes de la llegada del cristianismo, la actitud hacia el infanticidio, la eutanasia activa y el suicidio era permisiva. Sin los conceptos de persona y de su dignidad intrínseca, no se tenía una creencia convincente en el valor inherente de la vida humana. En esas circunstancias, los médicos, no tenían inconveniente en suministrar venenos que acabaran con la vida de enfermos o ancianos, y esto a pesar de ser todos herederos jurados de las escuelas de Hipócrates y Galeno que explícitamente excluían su administración.

La llegada del cristianismo afianzó de manera clara el pensamiento hipocrático en Occidente, los cristianos, con una visión del hombre como “imago Dei” y de la vida como don de Dios, se opusieron al suicidio y eutanasia por ser contrarios al bien de la persona y sus responsabilidades hacia Dios y el prójimo.

La ley Talmúdica judía proclama que cada vida humana individual tiene un valor absoluto, no relativo, y la Ley de la Torá indica que el hombre debe hacer todo lo que esté su poder para conservar y prolongar la vida. Excepto en la clara agonía, en la que no se está obligado a hacer nada para prolongar la vida de esa persona.

Los sabios y maestros musulmanes de todas las escuelas jurídicas tanto Shiitas, Sunnitas como sufís, sostienen que la eutanasia, tanto “activa” como “pasiva”, al igual que el suicidio, están absolutamente prohibidos en el Islam. El hombre no se ha dado vida, esta la ha dado Alá, el Creador, por lo que no puede disponer de ella a su antojo fuera de la Ley del Corán.

Las religiones orientales se diferencian de las monoteístas en la creencia de que los seres vivos forman parte de un ciclo de muerte y reencarnación, el ciclo de la vida. No obstante, comparten con ellas el sentido de la santidad de la vida, por ser esta un don divino, por lo cual también condenan la eutanasia.

Con la llegada de la Ilustración algunos importantes escritores y pensadores plantearon la licitud de eutanasia y suicidio en abierta oposición a la Iglesia, pero no se pasó del plano teórico y los médicos y la opinión pública se mantuvieron totalmente al margen del debate.

No es hasta finales del XIX con la aparición de la morfina como poderoso analgésico, también capaz de producir una muerte indolora, que se empieza a plantear el doble uso, No obstante, hubo consenso médico en su utilización exclusiva para evitar el dolor hasta entrado el siglo XX.

A partir de ahí una serie de intentos se producen en el mundo para legalizar primero la llamada “muerte dulce”, luego “muerte compasiva” y al final “muerte digna”, pero las diferentes grandes crisis, la 1ª y 2ª Guerra Mundial, los horrores de los campos de exterminio y la dura reconstrucción de postguerra hacen pasar el tema a segundo plano.

No fue hasta el año 2002 que se legalizó por primera vez la eutanasia, en Holanda, seguida pocos meses después por Bélgica, y en 2009 por Luxemburgo. Colombia lo reguló en el año 2015, y Canadá en el 2016.

El suicidio asistido está permitido en Suiza, en Alemania, y en seis estados de Estados Unidos: Oregón, Washington, Montana, Vermont, California y Colorado y en Washington D.C.

La teoría de la “pendiente resbaladiza” desarrollada por el Profesor de UCLA Eugene Volock mantiene que cuando en una legislación se da el primer paso, inevitablemente se llegará hasta el último, que, en el caso de la eutanasia, consistirá en la posibilidad de disponer de forma absoluta de la vida de otro, y de la propia vida. El recorrido se produce con rapidez, utilizando las fases de implantación de una idea por medio de la pedagogía, consiguiendo que de ser impensable, pase a hecho político, realidad práctica, norma y por último, hecho social.

La implantación de la eutanasia está siendo más lenta que la de otros objetivos de la ingeniería social (aborto, FIV, matrimonio “igualitario”, vientres de alquiler, ideología de género, leyes LGTBI,…) En España, como en otros países, existe una resistencia ante los intentos para su legalización. La necesaria pedagogía, aun no ha conseguido la madurez de la idea, por lo tanto, seguiremos oyendo durante un tiempo en todos los medios el concepto de muerte digna repicando una y otra vez en nuestros oídos, para movilizar los sentimientos de los pacientes, los familiares y el conjunto de la población, con la única finalidad de conseguir su aprobación. Casos aislados y extremos se utilizarán para sensibilizar a la opinión pública.

Se apelará a la libertad y a la justicia en un contexto utilitarista para propiciar su práctica, cuya despenalización viciaría la relación médico-paciente al convertir al médico en su posible verdugo. Se eliminaría así la necesaria relación de confianza del enfermo hacia su médico.

Se utilizará para ello la autonomía del paciente, apelando a su libertad, que en la mayoría de los casos estará viciada y distorsionada, precisamente por estar enfermo, considerarse una carga, o encontrarse solo. Autonomía del paciente que puede convertirse en una amenaza para el médico, impidiéndole actuar conforme a la “lex artis”, o incluso para el enfermo obligándole a decidir sobre el alcance de una realidad que no puede llegar a aprehender.

Más allá de dignificar la muerte, se trata de subvertir los principios sobre los que se asienta nuestro sistema de valores. La dignidad inviolable del ser humano socavada por criterios utilitaristas o economicistas. Las víctimas serian, sin lugar a dudas los más vulnerables de nuestra sociedad: los ancianos, los enfermos, y los discapacitados. Según las teorías de Peter Singer, otros decidirían por ellos si su vida es digna de ser vivida.

Ahora bien, frente a la cultura de la muerte, los cuidados paliativos, se muestran como la única repuesta ética posible. Somos conocedores de que la mayoría del personal sanitario, reconocen la ética personalista como la adecuada; aplican la virtud de la prudencia. Consideran la eutanasia como un atentado a la inviolabilidad de la vida y saben que ante el dolor y el sufrimiento existen remedios proporcionados para paliarlo. Y es que, un enfermo que sufre, lo que necesita son cuidados médicos, corporales, de cuidado y espirituales. Y necesita saberse querido.

Sostiene Michel Aupetit, nuevo Arzobispo de París, y médico, que “lo que nos hace humanos es la solidaridad hacia los más débiles, la capacidad de una sociedad para integrar la fragilidad”.

Por lo tanto, en lugar de hablar de eutanasia habría que valorar la aprobación de una Ley Nacional Integral de Cuidados Paliativos. Ante las controversias que se pueden suscitar, sería la única respuesta válida de un legislador que, debiera perseguir, la protección de la vida desde su inicio hasta su muerte natural de aquellos a quien representa.

1 Comentario

Mamen
Fantástico artículo, totalmente de acuerdo!!

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