LA CRISIS EDUCATIVA: EL PROBLEMA MÁS ACUCIANTE DE ESPAÑA

LA CRISIS EDUCATIVA: EL PROBLEMA MÁS ACUCIANTE DE ESPAÑA

  • Posted by Qveremos
  • On 15th octubre 2021
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En los últimos tiempos son varios los organismos internacionales que han continuado subrayado los muy deficientes resultados que registra nuestro sistema educativo. A principios de 2020, la Comisión Europea hacía público que España era el país con la mayor tasa de abandono escolar temprano (es decir, de fracaso escolar) de entre los 27 países que conforman la Unión Europea, con un porcentaje del 17,3%. Poco después era la OCDE, en su más reciente informe sobre la transición de los jóvenes al trabajo (Education at a Glance 2021: Transition from Education to Work)[1], quien hacía público cómo el porcentaje de ni-nis en España alcanza ya un 22%, tan solo superado por cinco países de la OCDE: México, Costa Rica, Italia, Colombia y Sudáfrica. En el extremo contrario de la tabla encontramos a los Países Bajos (con un 7,6%) y Alemania (9,4%). Esta estadística es muy relevante ya que retrata, entre otras muchas cosas, el grado de éxito de cada Estado a la hora de incorporar las nuevas generaciones al mundo laboral y, por tanto, la eficacia de cada sistema educativo en lograr formar a los jóvenes para su futuro laboral. En el caso de España, el resultado no puede ser más desolador. No nos debe extrañar que la tasa de desempleo juvenil en España en 2021 alcance el 39,5%, siendo la más alta de toda la UE y que, según el OECD Employment Outlook 2021, llegó a alcanzar durante la pandemia un 42%, también un récord entre todos los países de la OCDE. Por cerrar la comparación: en 2021 los Países Bajos alcanzaron una tasa del 9,1% y Alemania del 6,3% de desempleo entre los menores de 25 años.

¿Cuál es la solución? Tal y como se afirma en el documento ya citado de la OCDE (Education at a Glance 2021: Transition from Education to Work): “To improve the transition from education to work, regardless of the economic climate, education systems should aim to ensure that individuals have the skills the labour market needs”. Es decir, la receta para darle la vuelta a esta situación es evidente: mejorar la calidad del sistema educativo. Quizá incluso deberíamos de hablar de que España más que una reforma, necesita una revolución de su sistema educativo. Y la necesita urgentemente.

Mientras tanto, las reformas educativas se encadenan, eso sí, siempre al servicio de la política (o, mejor dicho, de los políticos) y no del país, intentando agitar a las dos Españas en torno a descerebrados debates ideológicos sobre la asignatura de religión, el peso de la enseñanza concertada, o el peso otorgado a cada lengua vehicular empleada en las escuelas de cada comunidad autónoma. Siguiendo esa misma línea, el borrador hecho público recientemente por el Ministerio de Educación acerca de las Enseñanzas Mínimas de Educación Secundaria resulta completamente descorazonador. Las grandes reformas contempladas (que siguen siendo agitadas por las trincheras para movilizar electores) son: el papel asignado a la asignatura de Religión, la limitación del peso obligatorio del castellano, y la promoción y titulación de los alumnos sin límite de suspensos (bonita forma de enmascarar las estadísticas sobre abandono temprano). Además, se plantea para la mejora de un sistema educativo en colapso la introducción de una fuerte carga de enseñanza transversal acerca de orientación sexual, conocimiento LGTBIQ+ y ecología entre nuestros adolescentes. Pero, como no todo puede ser ideología, la modernización se disfraza con viejos trapos y mantras: “propiciar el aprendizaje competencial, autónomo, significativo y reflexivo en todas las materias”. Es decir, que lo que se les enseñe se lo aprendan. Por último, para que no falte ningún tópico, se introducen nuevas asignaturas como “Tecnología y Digitalización” (actualmente los alumnos ya cursan una asignatura denominada “Tecnología, Programación y Robótica”), “Digitalización, Economía y Emprendimiento” (igualmente ya existen varias asignaturas dedicadas a la Economía) y “Formación y Orientación personal y profesional” (como si fuera un problema acuciante para los alumnos decidir entre varias opciones su futuro profesional con el nivel de paro existente entre los menores de 25 años). Nada de todo esto parece que vaya a cambiar las perspectivas de formación y de empleo futuro para nuestros alumnos de hoy ni que consiga responder a las advertencias lanzadas por la OCDE.

Pero, ¿cómo lo consiguen los países de nuestro entorno? ¿cuál es la diferencia entre nosotros y los demás?, ¿en que ha de consistir esa reforma para ser realmente efectiva? Sobre eso nos ocuparemos en siguientes posts. Mientras tanto, lo importante es que hoy tomemos conciencia de que existe una correlación directa entre sistema educativo y mercado laboral, entre sistema educativo y futuro de un país, entre sistema educativo y prosperidad, entre sistema educativo y desarrollo. Y, como todos bien sabemos, allí donde no hay futuro, prosperidad y desarrollo, las libertades y la democracia tarde o temprano se ven seriamente dañadas o incluso heridas de muerte. ¿Se puede pensar en un problema más acuciante que este en nuestra España de hoy?

 

 

[1] https://www.oecd-ilibrary.org/sites/b35a14e5-en/1/3/2/2/index.html?itemId=/content/publication/b35a14e5-en&_csp_=9689b83a12cab1f95b32a46f4225d1a5&itemIGO=oecd&itemContentType=book#figure-d1e4554

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