Las elecciones catalanas del pasado domingo han marcado un hito fundamental: por vez primera, el independentismo (antaño nacionalismo) ha perdido la mayoría en escaños, lo cual supone un hito sin precedentes en nuestro país. Es cierto que el PSOE de 2024 no es el mismo partido que en 2001 intentó arrebatar la mayoría al nacionalismo en el País Vasco, pero es sin duda una buena noticia que los patriotas tenemos que celebrar, más aún en una Comunidad Autónoma en la que, hace sólo 7 años, se produjo un golpe de Estado y un serio intento de separarse de España.

La realidad es que, pasados esos siete años, el resultado es que los partidos nacionales, o al menos los que no son claramente separatistas, han ganado las elecciones, porque la realidad es que la suma del PSOE, del PP y de Vox alcanza los 68 escaños, que suponen la mayoría absoluta del Parlamento en Cataluña. Otra cosa será lo que pase en las próximas semanas por los intereses de Pedro Sánchez y en su caso cómo gestionaría esa mayoría el PSOE. Pero es indudable que estamos mejor que hace una década y hay que celebrarlo.

Dicho lo cual, estas elecciones, y más allá del análisis general, merecen una reflexión centrada en el ámbito del centro derecha. Un espacio político formado por PP y Vox que ha mejorado notablemente sus resultados de las elecciones de 2021, lo cual es sin duda otra buena noticia. Se ha pasado de tener un total de 20 diputados (sumando los de Cs) a un total de 26 en la actualidad, lo que supone un incremento del 30%, un resultado a todas luces muy bueno.

Si se analizan los resultados, eso se produce porque el PP ha triplicado su número de votos a la par que Vox ha subido un 15% los suyos, lo que nos lleva a considerar que presentar la competición entre ambos partidos como una suma cero es de una torpeza enorme. La competencia es siempre buena porque nos hace a todos mejores, pero con el ánimo de mejorar, no de destruir al rival. Así, es preocupante que muchos de los líderes del PP siguen sin comprender que Vox consigue una tipología de votante que nunca votaría al PP, pero sin el cual el PP nunca logrará gobernar.

Esta importancia de la existencia de ambas opciones políticas resulta mucho más apreciable si la observamos en el espacio y en el tiempo:

• En el espacio, fue gracias a ese electorado que Vox moviliza y nunca votaría al PP como el PP alcanzó el gobierno en Andalucía. Ha sido gracias a ese voto a Vox como el PP gobierna en Comunidades Autónomas como Aragón, Islas Baleares o Comunidad Valenciana, recuperadas después de muchos años de (terribles) gobiernos de izquierdas. Y es gracias a esa suma de PP y Vox como se ha producido un hito histórico como es que los partidos nacionales (en los cuales incluimos al PSOE en tanto no muestre la voluntad directa de derrocar la monarquía constitucional como sí hacen sus socios) hayan ganado a los republicanos separatistas por primera en la historia de Cataluña.

• En relación con el tiempo, la importancia de Vox junto al PP para el centro-derecha en España es mayor todavía: la existencia de Vox, como decimos, permitió acabar con casi 40 años de socialismo en Andalucía, porque con únicamente los votos de PP y Cs no habría sido posible el histórico triunfo del centro derecha que cambió el signo político en Andalucía.

Y de nuevo vemos en estas elecciones la relevancia de Vox para el triunfo del PP (junto al PSOE y el propio Vox), que ha permitido terminar con casi un siglo de victorias republicanas en todas las elecciones autonómicas catalanas (empezado por las de 1932). Sin necesidad de ir tan lejos, mirando a las primeras bajo la actual democracia constitucional (las de 1980), se observa que por entonces el porcentaje de voto que hoy obtiene el PP (sobre el 11%) ya lo obtenía UCD. A su derecha nadie obtuvo representación. El cambio, lo que realmente transforma el panorama, lo que ha derrotado a los independentistas, es que existe una opción que consigue otro 8% más que es letal para el independentismo y que no ha impedido al PP subir siete puntos respecto a las pasadas elecciones.

Por ello, estimamos que la estrategia del PP de luchar contra Vox como objetivo principal debe cesar, porque como hemos explicado no es bueno que exista, en el actual escenario político, una única opción de centro-derecha en España. Es más bien al revés, cuanto mejor le vaya al PP mejor le irá a Vox (si no se empeñan desde el PP en destruirlo) y viceversa, cuantos más votantes tenga el PP, más posibilidades tendrá Vox de influir y ser útil en la política española. Cada partido tiene sus votantes, algunos de ellos compartidos, pero la suma de ambos es mucho más que el “aglutinamiento” de todos los votantes en uno solo de ellos. Y la realidad demuestra que, haciendo cada uno su función, el espacio conjunto no hace más que crecer. El espacio del centro derecha no es de suma cero. Y los cambios vendrán a medida que dos opciones sepan atraer a dos votantes que son diversos pero complementarios.

Foto: Ignacio Gil.