Educación: Más Allá de las Ideologías

  • Posted by Qveremos
  • On 4th febrero 2016
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El informe PISA pone de manifiesto que los resultados académicos de la enseñanza obligatoria en España son claramente peores que la media de la OCDE. Es la constatación del fracaso de la política educativa de nuestro país en los últimos 30 años.

Contrariamente a lo que cabría imaginar no es un problema de gasto: gastamos por alumno más que Alemania. Y es en la educación pública, un 72% más cara que la concertada por alumno, donde se obtienen los peores resultados.

Los expertos identifican la desmotivación del profesorado y la falta de autonomía de los centros como causas principales de nuestro deficiente sistema público de enseñanza. La LOMCE trata de reforzar la exigencia, con más horas lectivas para asignaturas como matemáticas (en detrimento de Filosofía), y estableciendo reválidas. Pero la desmotivación permanece.

Creemos que la solución real pasa por involucrar a los padres, otorgándoles libertad en la elección de centros (públicos, o privados o concertados). Son ellos los que pueden realmente elevar la exigencia del conjunto del sistema. Si subvencionamos directamente al alumno y no al centro (tampoco a los públicos), será el propio sistema el que premie las mejores prácticas.

Además, es urgente despolitizar la educación: es un derecho de los padres y no de los políticos. La enseñanza nunca puede ser un campo de adoctrinamiento donde -con el dinero de todos- se imponga una ideología, se margine una lengua, o se impida la enseñanza de religión.

 

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“Los Lastres de la Educación” por P.W. para Qveremos

 

UNA EDUCACIÓN DEFICIENTE Y CARA

De acuerdo con el informe PISA los resultados académicos de los alumnos españoles son claramente peores que los países de nuestro entorno. Sufrimos además la tasa más alta de abandono escolar temprano (24 de cada 100).

No es un problema de dinero, ya que España se encuentra a la cabeza de los países de la OCDE en gasto por alumno. En concreto,: cada año los españoles invertimos 31.800 millones de euros de nuestros impuestos en educación escolar:

  1. De los ocho millones de estudiantes del curso 2012/13, el 62% estudiaban en colegios públicos, el 26% en colegios privados concertados, y el 6% en colegios privados.
  2. En cuanto al gasto: el 82% del dinero se destina a centros públicos, y el 18% restante a centros privados con concierto público (subvencionados por el Estado).

Un cálculo rápido nos permite estimar la diferencia de coste que supone para los españoles una plaza en un colegio público frente a una plaza en un colegio concertado: la plaza pública es un 72% más cara. Son 4.780 euros vs. 2.785 euros. Los colegios concertados suelen tener otras fuentes de ingresos a parte de las subvenciones públicas: de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística un 27% de sus ingresos provienen de cuotas pagadas por las familias u otras partidas (transporte, actividades extraescolares etc.). Si ajustamos el cálculo para hacer que el alumno no pague nada, la plaza seguiría siendo un 26% más cara en un centro público. Claramente hay un problema de ineficiencia en el gasto público.

Según los expertos la verdadera clave de una buena educación no es el gasto sino la calidad y motivación del profesorado: España es uno de los países de la OCDE con el profesorado más desmotivado, ver link informe McKinsey)a pesar de que los salarios son superiores a la media. Las causas las podemos encontrar en la inexistencia de una carrera profesional que premie el esfuerzo, la ausencia de formación continuada, la carencia de autonomía y liderazgo profesional en la dirección de los centros, y la reducción del prestigio que ha sufrido la profesión en los últimos años.

En nuestra sociedad la autoridad del profesor, el esfuerzo o la responsabilidad son valores en desuso. Los profesores han perdido el estatus de maestros, para convertirse en meros “proveedores de servicios”. Y así es muy difícil gestionar una clase de 25 alumnos de 14 años, muchos de los cuales se sienten legitimados y apoyados por sus padres para enfrentarse a los profesores.

Entre las soluciones propuestas por las distintas Administraciones se encuentran medidas como: i) la reducción de pruebas a los alumnos, minando la cultura del esfuerzo; ii) el fortalecimiento de una escuela pública laica y mixta, en detrimento de la escuela concertada; y iii) el empleo de la tecnología como remedio a todos los males.

Los sucesivos informes PISA ponen de manifiesto el fracaso de estas medidas. En concreto el uso de la tecnología es uno de los lugares comunes que pervive a pesar de los datos que lo desmitifican: i) los alumnos que usan pantallas muy a menudo en clase sacan peores resultados que los que los que hacen un uso moderado; ii) los que se conectan mucho a Internet llegan más tarde al colegio; iii) el 33% de los españoles pasa conectado a la Red al menos cuatro horas durante los fines de semana. La falta de tecnología en las aulas no es el problema.

Además, buena parte de los políticos sigue centrando el debate en las clases de religión, en la obligatoriedad del modelo mixto, y en otro tipo de cuestiones que en ningún caso son representativas de los problemas de la educación en España, y que no favorecen la igualdad de oportunidades.

Este es el triste panorama de la educación obligatoria en España: resultados deficientes, profesorado desmotivado, bajo nivel de interlocución entre familias y colegios. Todo ello con el aderezo de los que pretenden llevar a la escuela su ideología personal.

BÚSCANDO SOLUCIONES CON SENTIDO COMÚN Y NO EN CLAVE IDEOLÓGICA

La conclusión lógica de lo anterior es que es necesario apostar claramente por un nuevo modelo educativo, desligado de cuestiones ideológicas. Que valore a los docentes como puntales de la sociedad, dotándoles de autoridad en el aula y en el centro. Que premie el esfuerzo y la responsabilidad. Que consagre la libertad de los padres para elegir la educación que mejor se adecúe a cada hijo. Y que fomente la competencia entre centros educativos, en busca de la excelencia y la diversidad de modelos educativos, para poder responder así a la realidad de nuestros tiempos.

Entre otras medidas, nuestro modelo educativo futuro debe contemplar las siguientes medidas:

  1. Apostar por una educación pública, que sea de calidad, y que además se pueda ajustar a las preferencias de los padres y las familias. Es decir, una educación pública que:
    1. Facilite que todos los alumnos estén matriculados, con independencia de su situación económica, en condiciones de igualdad de oportunidades.
    2. Sitúe la calidad como primera prioridad de la enseñanza pública, consagrando el esfuerzo y la autoridad del profesor como piedras angulares del sistema.
    3. Permita que convivan en la red pública diversos modelos educativos o pedagógicos, de modo que se pueda salir del actual modelo laico, mixto y en castellano, siempre y cuando existan familias interesadas en otra oferta distinta.
  2. Reconocer de forma explícita la existencia de distintos modelos pedagógicos, que enriquecen la oferta educativa y que permiten dar respuesta a niños con necesidades educativas diversas. Así, como en el resto de países desarrollados del mundo (EEUU, Reino Unido, Australia, Francia o Nueva Zelanda, entre otros muchos), y como reconoce la UNESCO, en España debe superarse el debate sobre la educación diferenciada, que es un modelo pedagógico implantado con enorme éxito en muchos países y que puede ser adecuado para una parte del alumnado de nuestro país. Igualmente, deberían respetarse (con el límite en las prescripciones constitucionales) otros modelos, focalizados en un mayor desarrollo de la experimentación, la diversidad de lenguas vehiculares o extranjeras, o la enseñanza en el hogar (“homeschooling”), siempre que cuenten con la demanda requerida.
  3. Asegurar en todo el territorio nacional la posibilidad de estudiar en castellano, así como en la lengua propia de cada Comunidad Autónoma en aquellas regiones que cuenten con una. No se trata de una exigencia ideológica. Se trata de que los alumnos puedan estudiar en su lengua materna, en aquella que utilizan habitualmente, con la que se sientan más capacitados y con la que por lo tanto será más fácil que obtengan los mejores resultados a los que puedan aspirar, por sus capacidades y aptitudes. En todo caso es necesario garantizar el correcto aprendizaje del castellano.
  4. Blindar la educación concertada del ataque de políticos de cualquier signo, de modo que no sea coto cerrado para unos pocos privilegiados, sino que sea una opción para todo aquel que entienda que es el mejor modelo para la educación de sus hijos. La educación concertada tiene una fuerte demanda en la sociedad española, lo que provoca en muchos casos grandes listas de espera y numerosos requisitos que cumplir para que los centros puedan acceder a un concierto y para que los alumnos puedan optar a una plaza. Y sin embargo las Comunidades Autónomas disponen de una gran discrecionalidad a la hora de conceder o denegar conciertos económicos a los colegios, algo que suele basarse más en criterios ideológicos que en análisis técnicos. Para evitarlo, debería favorecerse la puesta en marcha de colegios concertados siempre que haya demanda suficiente para ello.
  5. Y dando un paso más allá, y siguiendo el ejemplo de países como Suecia, España debería introducir el cheque escolar: Esto es, subvencionar directamente al alumno y no a la institución. Es el gran revulsivo que necesita el sistema para mejorar su calidad. Los centros públicos se verían forzados a “cuidar” su oferta para atraer alumnos. Todos nos beneficiaríamos.

La educación es el futuro de un país. Gastar más no significa en absoluto tener una mejor educación, como demuestra la situación actual del sistema público español. Hay que gastar mejor, con una apuesta decidida por una colaboración público-privada que fomente la libertad de elección de los padres. Es el camino para un futuro mejor.