COVID-19: UNA GRAN NACIÓN SIN DIRIGENTES A SU ALTURA
- Posted by Qveremos
- On 31st marzo 2020
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- Covid-19, Relato Coronavirus
La crisis sanitaria, social, económica y política provocada por el COVID 19 -posiblemente la más grave desde la guerra civil- está poniendo de manifiesto, una vez más, las carencias de nuestro sistema político y, al mismo tiempo, la grandeza de tantos españoles que jugándose la vida se ponen al servicio de los demás.
Por desgracia esta crisis tiene la capacidad, de no gestionarse adecuadamente, de poner en riesgo la cohesión social y por tanto acelerar el proceso de desintegración de la nación que lidera el actual gobierno. Si no actuamos, si dejamos que el gobierno imponga su “relato” de los hechos, y aprovechando la grave coyuntura económica a la que nos enfrentamos cercene aún más las libertades (empezando por la económica, pero no solo), nos podemos encontrar inmersos en un proceso de estatalización, degeneración de las instituciones e instrumentalización del estado de derecho.
Ante esta grave situación qveremos tomar como referencia el ejemplo de entrega y el coraje de todos aquellos que combaten el virus en primera línea para, una vez salidos del túnel, avanzar en la regeneración social y política de la nación.
Un gobierno desbordado, ineficaz e ideológico
A quien corresponde liderar una nación en tiempos de crisis es a sus gobernantes. Lamentablemente España está afrontando la peor crisis posible con el peor de los gobiernos posibles. Esta afirmación que puede sonar excesiva e incluso ideológica se queda corta al confrontarla con la realidad de la acción del gobierno.
El gobierno social-comunista de Pedro Sánchez que dirige el destino de España ha fallado en todos los aspectos que cabe exigírsele a un gobernante: la anticipación, la prudencia, la capacidad de gestión y el liderazgo.
- Falta Anticipación: una crisis que se inicia a finales de diciembre en China no ha tenido respuesta por parte del gobierno social-comunista hasta el 14 de marzo cuando ya había miles de infectados en España y el sistema sanitario corría riesgo de colapso. Esta tardanza en reaccionar ha provocado que el gobierno vaya varias semanas por detrás de lo necesario en la gestión de la crisis.
- Imprudencia: un gobernante puede equivocarse en su diagnóstico sobre la gravedad o el impacto de una crisis, máxime cuando se enfrenta a algo desconocido como el COVID-19. Sin embargo, no puede abandonar la prudencia. Imprudente es quién, enfrentándose a algo desconocido – pero conociendo el impacto que estaba teniendo en Italia o China – no prevé planes de contingencia (aprovisionamiento material sanitario, reforzamiento estructura sistema sanitario, elaboración estrategia control pandemia, elaboración nuevos protocolos ad-hoc, búsqueda de colaboración internacional, control fronterizo…) ante posibles escenarios más graves.
- Incapacidad para la gestión: la falta de anticipación y de prudencia pueden verse paliada parcialmente con una buena capacidad de reacción que permita disponer en tiempo record de los recursos materiales y humanos necesarios. Aquí también ha fallado estrepitosamente el gobierno demostrando un desconocimiento de los mercados internacionales, de los canales de distribución, de capacidad de planificación y coordinación.
- Falta de liderazgo: un gobierno sin liderazgo de su presidente escondido tras el plasma de las pantallas de televisión; que evita el control parlamentario; sin hoja de ruta, que anuncia pero no ejecuta; que gestiona sobre el miedo y el pánico y no sobre la transparencia, la información y la coherencia – varios miembros del gobierno se saltan la cuarentena que exigen a los ciudadanos -; dividido internamente; incapaz de aunar a los principales partidos políticos en una gestión común de la crisis; que realiza una gestión ideológica de la misma, más empeñado en limpiar su imagen que en salvar vidas de españoles. Esta falta de liderazgo provoca inseguridad en la sociedad.
En definitiva, un gobierno que, por su acción o inacción, está provocando que los efectos de esta crisis sean mucho más graves de lo que debieran. Y cuando hablamos de los efectos de esta crisis no hoy sólo económicos, sino que también hay muertes. Muertes que se podían haber evitado.
Una clase política incapaz e irresponsable
Un segundo elemento que merece la pena destacarse es la irresponsabilidad de buena parte de nuestra clase política. Una clase política que lleva demasiados años pensando en términos de poder, en clave electoral y nunca en los intereses de España y los españoles.
Actualmente tenemos, por un lado, un gobierno que no fue constituido y nombrado con criterios de mérito y conocimiento, sino con criterio de cuotas, repartos de poder o imagen pública provocando que hoy no tengamos a los mejores en los puestos claves para afrontar esta crisis. El mejor ejemplo de esto es el ministro de Sanidad, Salvador Illa, cuota catalana del PSC, y sin ninguna experiencia previa en el ámbito sanitario.
Por otro lado, una oposición que no está sabiendo diferenciar lo que es un apoyo al gobierno en unos momentos críticos para la nación de una verdadera fiscalización de la acción de gobierno. Un gobierno que está aprovechando el estado de alarma para intervenir la vida social, económica y política más allá de lo razonable y ante lo cual la oposición permanece en un silencio acomplejado que puede acabar siendo cómplice.
Finalmente, España paga hoy la irresponsabilidad de una clase política que en los años de Zapatero, Rajoy y Sánchez no ha hecho sus deberes. Zapatero negó una crisis económica, avivó a los independentistas y destruyó cualquier vestigio de prestigio internacional de España. Rajoy evitó un rescate, pero no reformó el estado del bienestar para hacerlo sostenible, no redujo el gasto público, no afrontó los retos separatistas y endeudó a España hasta niveles insostenibles. Con Sánchez hemos vivido 18 meses de gobierno dedicados a la destrucción de la unidad nacional y el despilfarro económico con fines clientelares y electoralistas. Todos ellos, junto con González y Aznar, han contribuido a desarmar moralmente a la nación.
Esta irresponsabilidad de nuestra clase política ha provocado no sólo que España se enfrente a su peor crisis con el peor gobierno posible, sino que lo hace en las peores condiciones posibles en cuanto a cohesión nacional, situación financiera y prestigio internacional, lo que se traduce en la absoluta incapacidad para defender los intereses españoles en las instituciones internacionales.
La nación muy por encima de sus dirigentes
Una vez más la nación española, los españoles, demuestran estar muy por encima de su clase política. Multitud de españoles miembros de los cuerpos sanitarios, cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, del ejército, de protección civil, sacerdotes y religiosos están dando muestra de un enorme patriotismo arriesgando su salud e incluso su vida para salvar a sus compatriotas.
Junto a ellos multitud de empresas e instituciones de iniciativa social están poniendo sus recursos al servicio de las administraciones dando muestras, una vez más, de que los primero para ellos es España, antes que sus beneficios o el lucro personal. Y son muchas las personas que a nivel individual están realizando donaciones para paliar la escasez de recursos con que cuentan nuestras administraciones.
Finalmente, frente a lo que desliza el gobierno y su trama mediática, la sociedad española en general está dando un ejemplo de responsabilidad y compromiso social cumpliendo con las normas de confinamiento y a su vez, desde esa difícil situación, trabajando para sostener empresas y negocios, en definitiva, puestos de trabajo.
Y con la nación, la Corona, que representa la continuidad histórica de la nación española. La institución que – a pesar de las limitaciones que le impone la Constitución- ha asumido en solitario la defensa de la unidad de la nación. La única institución que ha antepuesto siempre los intereses de España a cualquier otro.
Estamos en un túnel
La crisis de COVID-19 ha metido a España en un túnel. Los túneles tienen un comienzo y un final. Ahora mismo España está al inicio del túnel, pero de los túneles se sale. Y España saldrá y saldrá mucho mejor de lo esperado gracias a los españoles y a la Corona y a pesar de su clase política. Sin embargo, como todo túnel uno no sabe lo que va a encontrarse al final de éste. Es seguro que la España que saldrá no será igual que la que entró.
Del mismo modo, es seguro que España al salir del túnel afrontará una encrucijada en la que no caben términos medios:
O bien España opta por una regeneración moral -volver a sus raíces cristianas desde su actual laicismo; apostar por la responsabilidad individual, familiar e institucional frente a la imperante mentalidad socialdemócrata; apostar por la libertad abandonando el estatismo dominante; recuperar el orden moral objetivo como alternativa al relativismo moderno; proponiendo una concepción social basada en la familia y no en el individualismo– que supondrá sangre, sudor y lágrimas, pero permitirá la reconstrucción de la nación.
O bien se verá inmersa en un proceso de “bolivarianización” en el que la crisis económica que seguirá a la crisis sanitaria provocará una crisis social que será caldo de cultivo perfecto para una estatalización de la vida social, para una generalización del subsidio público, para la corrupción de las instituciones y para, en definitiva, la aparición de una sociedad sin libertad, justicia y prosperidad.
Es la hora de actuar
España se juega su ser como nación. Es, por tanto, la hora de actuar. España necesita de los españoles. Primero para solventar esta crisis sanitaria; segundo para que la crisis sanitaria no provoque al salir del túnel una crisis de nación.
Qveremos comprometernos en la construcción de esa nueva España, con el futuro de España. Qveremos apoyar en esa encrucijada a nuestra nación, ¿cómo?:
- Denunciando los intentos de estatalización, degeneración de las instituciones, instrumentalización del estado de derecho, limitación de libertades, ataques a la unidad nacional o a la monarquía.
- Colaborando en la armazón del frente político que sea capaz de acabar en las urnas con el actual gobierno.
- Impulsando y apoyando iniciativas y proyectos que contribuyan a la regeneración moral de España.
No qveremos que se haga buena la frase de Edmund Burke: “Para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada”
Qveremos a España, qveremos una España mejor, qveremos contribuir a ello. ¡Viva España!
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