COVID-19: EL COSTE ECONÓMICO DEL CAOS GUBERNAMENTAL
- Posted by Qveremos
- On 25th abril 2020
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Por cada 15 días de confinamiento se estima una pérdida del 1,5% en el PIB de los países de la eurozona. Sin embargo, en el caso de España, extremadamente dependiente del sector turístico, las estimaciones de pérdida directa ascienden al 2%.
Si asumimos que el confinamiento se extiende hasta junio, y a esto le unimos el efecto negativo que tendrá (i) el cierre masivo de empresas que no puedan sobrevivir, y (ii) la disminución de ingresos públicos por la menor actividad, nos podemos enfrentar a un escenario de caída del PIB de entre el 15% y el 20% en el año 2020.
Por desgracia, el gobierno de la nación, tras reaccionar tarde a nivel sanitario y por tanto agravar enormemente la crisis, continua sin tener una estrategia clara para el desconfinamiento y la reactivación económica. Esto, unido a ciertos mensajes populistas e intervencionistas, hace que los peores augurios tomen visos de realidad.
VIRUS GLOBAL, IMPACTO ASIMÉTRICO
El COVID-19 está impactando de manera asimétrica a los países dependiendo de dos factores principales:
- La anticipación con la que se han preparado para afrontar la crisis, incluyendo un sistema de detección rápida. El ejemplo de éxito es Corea del Sur, donde gracias a la rapidez con la que el virus ha sido controlado, el impacto económico es limitado (y principalmente debido a la situación de sus mercados exteriores). Le siguen en eficacia países como Alemania, e incluso Grecia y Portugal (con un gasto sanitario per capita muy inferior al español).
- El sistema de detección de colectivos y su ordenación en el proceso de apertura, diferenciando entre población inmune o inmunizada, población transmisora y población vulnerable. Henri P. Kluge, director de la OMS para Europa, ha enviado un mensaje a los gobiernos de la región: “Lo crucial es identificar casos sospechosos y aislarlos”. Tener éxito en esta tarea será clave para poder controlar los probables rebrotes sin tener que volver a recurrir a la cuarentena generalizada, con sus gravísimas consecuencias económicas. El gobierno de España sigue sin presentar un plan a este respecto.
La consultora Mckinsey ha elaborado un estudio en el que muestra cómo sería una recuperación teniendo en cuenta dos variables: (1) Dispersión del virus y medidas sanitarias y (2) Respuesta económica al impacto.
Dependiendo del acierto o desacierto de las medidas, la recuperación económica bascula desde una salida en forma de V (escenario de rebote temprano); en forma de U (escenario peligroso de estancamiento prolongado con recuperación posterior); y en forma de L (escenario catastrófico de estancamiento crónico).
España, al haber fracasado en su anticipación, podría caer en el estancamiento crónico (escenarios B1 a B3) y, para evitarlo, y aproximarse a recuperaciones en U (escenarios B4 y B5), debe tomar medidas económicas urgentes.
Estas medidas deberían ir encaminadas a la activación del círculo virtuoso de la economía lo antes posible: incentivos fiscales y regulatorios a la iniciativa empresarial privada, que permitan incrementos en la inversión con el fin de aprovechar las oportunidades creadas, que den lugar a la generación de empleo y activación de la demanda y, como consecuencia de todo ello, al aumento de la recaudación fiscal y la solvencia empresarial.
CUANTIFICACIÓN DE LA CAÍDA
La mayoría de los estudios de impacto económico analizados estiman una caída de entre un 10 y un 15% (11,8% en media) del PIB en 2020, confirmando que España sufrirá más la crisis que cualquier otra economía de su entorno.
Desde nuestro punto de vista, la pérdida del 11,8% del PIB podría llegar a ser optimista si se prolonga el confinamiento más allá de junio y el gobierno continúa priorizando el excesivo celo intervencionista y el “control del relato”, frente a su función coordinadora de la accción pública y privada.
Hay que recordar que el tejido empresarial español se caracteriza por el predominio de las microempresas que constituyen prácticamente el 95% de las empresas del sector privado. La menor capacidad financiera de las empresas de pequeño tamaño hace a la economía española particularmente vulnerable.
Así, estimamos que:
- La activación del turismo es clave, ya que su desplome puede suponer casi la mitad de la caída del PIB: de los 245.000 millones de euros de pérdida de producción estimada, 122.000 millones corresponderían al turismo en caso de mantenerse las actuales circunstancias (el turismo nacional impacta en 17.000 millones y el internacional en 105.000).
- El desempleo alcanzaría los 7 millones de parados (incluyendo los ERTEs), lo que implicaría que tendríamos un 36% de tasa de paro: en febrero 2020 el índice de desempleo se situaba en el 13,6% con 3.246.047 desempleados. A comienzos de abril la cifra ha alcanzado los 4.144.000 desempleados, un 20,7% de paro. En dicha fecha, se habían presentado 446.549 expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) y casi 3.000.000 millones de trabajadores y autónomos habían dejado de trabajar.
- Recaudación pública en mínimos: la recesión impactará negativamente en al menos un 12,5% en la recaudación de las administraciones públicas, que se situará en el entorno de los 420.000 millones de euros para el 2020, frente a los 480.000 actuales.
- Deuda pública en el 120% sobre el PIB: la deuda superará los 1.290.000 millones de euros, rebasando el 120% del PIB (que habrá descendido hasta los 1.090.000 millones de euros si estimamos una caída del 12% del mismo).
En conclusión, nos encontramos ante una perspectiva altamente preocupante, que se une al drama sanitario actual. Una estrategia de desescalado es crítica y apremiante para que la crisis económica que se nos viene encima no sea completamente devastadora.
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